Las lenguas latinas o romances también se conocen como lenguas románicas. Son las lenguas modernas que se desarrollaron a
partir de latín hablado alrededor del siglo VII en Europa meridional y
occidental. (Entre el siglo VII y IX d.C)
El latín vulgar fue la lengua de la conversación, empleada en las
relaciones humanas tanto por la gente culta como por el pueblo menos ilustrado,
y, en los territorios conquistados por Roma, la lengua habitual de legionarios,
comerciantes y colonos, y la lengua oficial de gobernantes, funcionarios y
administrados, la cual los indígenas procuraron aprender en un espacio de tiempo
relativamente corto, aun cuando no les fuera impuesta, por la necesidad que
tenían de comerciar con sus productos con los mercaderes y colonos, y de
realizar con los funcionarios sus gestiones de carácter administrativo.
El hecho, sin embargo,
de que ésta fuera una lengua hablada y superpuesta a lenguas indígenas
preexistentes, motivó que, en las diferentes provincias creadas por Roma en los
territorios conquistados e, incluso, en las distintas regiones de una misma
provincia, se produjeran desde muy pronto numerosas variedades dialectales de
la misma, debido, por una parte, a que cada uno de los pueblos sometidos
aprendieron el latín según su propia manera de hablar, es decir, de acuerdo con
su acento o “tonillo”, y, por otra, a que muchas palabras tomadas de su lengua
vernácula se introducirían en aquella.
A pesar de esto, hemos
de pensar que, mientras el Imperio Romano se mantuvo cohexionado, un
ciudadano, p.e., de Gades (Hispania) podía entenderse en latín con otro de
Apamea (Siria), siempre, claro está, que ambos tuvieran unos conocimientos
aceptables de esta lengua a nivel conversacional. Ahora bien, cuando el Imperio
Romano de Occidente cayó en poder de los bárbaros (alamanes, francos,
visigodos, ostrogodos, suevos, etc) y se formaron en él diversos reinos, las
diferencias dialectales, a las que hacíamos antes mención, se acentuaron y la
lengua latina oficial evolucionó con absoluta libertad, fragmentándose en
numerosos dialectos (los más importantes de los cuales pasaron a tener, unos
siglos después, la entidad de lenguas), cuando los documentos destinados al
pueblo se empezaron a redactar en la lengua a la que el Concilio de Tours, en
el s. IX, bautizó como lingua Romana rústica, para diferenciarla de las lenguas
“bárbaras”, por un lado, y del latín culto, por otro. De hecho, en este siglo
tenemos ya un texto románico seguro: los Juramentos de Estrasburgo, del 842,
redactados en francés antiguo.
En
España, el primer
documento en el que aparecen palabras en romance, que traducen ciertos términos
latinos poco comprensibles para el pueblo, son las Glosas Emilianenses, de finales del s. X, encontradas en el
monasterio de S. Millán de la Cogolla, en la Rioja.
Las principales lenguas
románicas, romances o neolatinas, derivadas del latín vulgar y que se hablan en
la actualidad en el mundo, son las siguientes:
• Castellano: hablado en España, en Méjico y en todos los países de
América Central, así como en los de América del Sur, excepto Brasil y las
Guayanas.
• Catalán: hablado en las Comunidades de Cataluña y de Valencia,
Rosellón (Francia), Andorra, Comunidad de Baleares y en la localidad de Alguer
(en la isla de Cerdeña).
• Gallego. Hablado en la Comunidad de Galicia.
• Francés: hablado en Francia, sur de Bélgica, Cantones occidentales
de Suiza, Canadá (Quebec), Haití, algunas de las Pequeñas Antillas y países
francófonos de África.
• Portugués: hablado en Portugal, Brasil, Islas Azores y Madeira,
Angola y Mozambique.
• Italiano: hablado en
Italia y en algunos Cantones suizos.
• Provenzal u occitano: hablado en el sur de Francia.
• Sardo: hablado en Cerdeña.
• Retorromano, ladino o rético: hablado en el cantón suizo de los
Grisones, en el Tirol italiano y en le provincia italiana de Friul.
• Rumano: hablado en Rumania y en algunas provincias de los países
limítrofes.
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